La Policía desarticula una red de trata de nigerianas sometidas bajo juramento ante sus brujos locales

Benin City es también conocida como Edo y es la capital de ese estado al sur de Nigeria. Desde allí teledirigía I.K. la llegada de sus chicas hasta Lanzarote (Canarias), después de que prestaran juramento con artes de vudú ante el Ayé Lala, el brujo, el impartidor de justicia en la cultura local. Un pacto de silencio y una deuda de hasta 60.000 euros sellada con su vello púbico y sus propias uñas y rociada con la sangre de un animal sacrificado en el escenario de un templo sagrado. Un compromiso religioso, que ponía como garantía a la familia de la joven elegida para emprender un viaje aterrador hacia el cautiverio y la explotación sexual, en el que —para facilitar las cosas— la víctima era exonerada de sus futuros posibles pecados de prostitución, algo muy mal visto en el país africano. Emprendía una largo y tortuoso viaje, convencida de que al final del mismo encontraría un trabajo.

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